viernes, 7 de diciembre de 2012

La esperanza en el cine de Angelopoulos.

"El filme ideal no necesita rótulos. Un camino para eliminar los rótulos es presentar en paralelo dos acciones antagónicas. Por ejemplo, contrastando la riqueza de un personaje con otro miserable" -Friedrich Murnau.

Theodoros Angelopoulos.

Un niño llora junto a su hermana por la cruel muerte de un caballo, en segundo plano y fuera de foco, una familia festeja feliz el casamiento de dos enamorados, todo esto bajo la espesa nieve que cae (Paisaje en la niebla [1988]),... así es el cine de Theodoros Angelopoulos, lleno de estas acciones antagónicas que se contraponen tan brillantemente que hacen innecesario dialogo alguno, expresándose todo mediante la imagen, el lenguaje del cine, como ya lo anticipaba el maestro Murnau, héroe y leyenda del cine silente. La filmografía del genio griego, recientemente abatido por trágicas circunstancias, se extiende por una gama de emociones encontradas, Theo te obliga a sentir empatia por sus personajes mediante la manera en que son retratados, almas inocentes, mas no puras, que se encuentran siempre en desventaja espiritual, que necesitan un empujón, un escape y una esperanza, en La mirada de Ulises (1995) El cineasta "A" (muy probablemente el mismo Angelopoulos) se encuentra en medio de un serio y sangriento conflicto bélico  la guerra de Bosnia y Herzegovina, es testigo de crímenes brutales, pero él tiene una misión, encontrar tres rollos de celuloide no revelados aun de los pioneros del cine griego, los hermanos Mannakis... su viaje lo conduce a Sarajevo donde encuentra estos rollos de película, pero mas importante aun, encuentra una familia y una nueva ilusión en el amor, al final todo esto le es arrebatado de sus manos por la guerra en cuestión y el director griego nos entrega el final mas agridulce de la historia del cine, solo comparable con el de 7 Samurai (1954), obra maestra del nipon Kurosawa. En La eternidad y un día (1998), Alexander, un literato retirado, pasa el que muy probablemente sea su ultimo día con vida, con un pequeño niño extranjero que cruza la frontera griega, Angelopoulos contrapone una vida que se acaba con una que apenas comienza, la primera encuentra en la segunda la oportunidad de la redención, de la extenuación de culpas pasadas que le atormentan.  

La mirada de Ulises.

El cine de Theo se toma su tiempo, su cámara observa y desnuda al personaje, se cuece a fuego lento, heredero de Kenji Mizoguchi, Angelopoulos basa su narrativa en extensos (muy extensos) planos secuencia, de una manufactura, planeacion y ejecución exaltantes, aunque tampoco es raro ver esta cámara detenerse por completo de vez en cuando para ofrecernos secuencias estáticas enteras, Ustedes se beben el café, yo lo tomo despacio para disfrutarlo, por eso hago películas lentas, para disfrutarlas así define el mismo Angelopoulos su estilo de filmar, estilo que parece poco a poco quedar en extinción. La filmografia de Theo se divide en dos segmentos muy bien identificables, los primeros trabajos del director (Reconstrucción [1970], Días del 36 [1972], El viaje de los comediantes [1975], Los cazadores [1977] y Alejandro Magno [1980]) buscan la denuncia histórica, señalar esas pequeñas desventuras de la historia griega reciente, (guerras externas e internas), todas, acompañadas de una narrativa siempre complicada, enredada y con una forma siempre circular, todo siempre termina donde comenzó, la manera que tiene Theo de decirnos que la historia siempre se repite. A partir de Atenas (1983) y hasta La eternidad y un día, el director entra a una etapa espiritual en donde trata de erradicar las torpezas del  hombre moderno a base a la esperanza, a veces infausta, con la que dota a todos sus personajes. Theo nunca lo logro.

La eternidad y un día.

En enero pasado, el mundo cinematográfico le decía adiós a uno de los artistas mas virtuosos y humanos que han existido, de forma trágica Angelopoulos murió de un derrame cerebral, fue atropellado mientras trabajaba en su ultimo filme, El otro mar,  finalización de su ultima trilogía en donde trataba de regresar a las bases históricas de su primera etapa como cineasta. No existe ni existirá un director que se asemeje a la propuesta tan cansina y desnuda de Angelopoulos, el Esculpir el tiempo de Tarkovsky llevado a su máximo esplendor, a su máxima expresión. Un director de cine pero sobretodo, persona admirable.

     


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